por carlosnareaf
El Nacional es de esos sentimientos que solo se dan una vez en la vida. Se dice entre los futboleros que se puede terminar con la esposa, con la novia, que incluso pasa que se pelea con la familia, pero el amor por el equipo de fútbol es eterno.
El Nacional es de esos sentimientos que solo se dan una vez en la vida. Se dice entre los futboleros que se puede terminar con la esposa, con la novia, que incluso pasa que se pelea con la familia, pero el amor por el equipo de fútbol es eterno.
El partido frente a Aucas es una muestra
más del inmenso amor por el rojo. Una hinchada que no paró de alentar durante
los 90 minutos. Y un equipo que le devolvió esa fidelidad con gol, con
victoria. Fue 1 a 0, pero pudieron ser más goles. A la larga, al hincha le
queda la satisfacción de saberse ganador.
Edison Preciado, nuestro goleador está en
casa. Aunque pasó medio desapercibido durante muchos minutos, los goleadores
deben estar y hacerse presentes cuando las papas queman. Y ayer Aucas fue una
papita caliente que complicó, luchó hasta el final del partido.
Las ganas que pusieron nuestros muchachos
suplió en muchos tramos un toque virtuoso, al orden o la táctica. Y eso es
justo lo que pedimos de ellos. Entrega, lucha, sacrificio. Seguramente no somos
el equipo que mejor juega el fútbol en Ecuador, pero cierto es que si nos ganan
tendrán que matarnos sobre la cancha.
Mosquera ayer fue un monumento al guerrero.
Peleó todo el partido. Hasta hizo un par de jugadas a las que no nos tiene
acostumbrados, como meter una finta y sacarse a tres de encima. Guerra, flojito
pero sin desentonar en el balance general.
Lara, quien entró en la segunda parte,
corrió y jugó como juvenil. Pareciera que sus 30 y tantos años no existieran.
Lideró el ataque y desde sus pequeños botines de niño nacieron las mejores
llegadas del rojo.
Aún nos falta. No nos vamos a engañar.
Falta volumen de juego, claridad de llegada, pero al menos ayer, nos dimos
cuenta que la garra militar puede suplir cualquier falencia. Fue un partido que
se ganó con el fusil entre los dientes.
Al Aucas no le va bien reprochar al árbitro
por el penal. Fue bien pitado. A menos que esto sea un encuentro de lucha
libre, las tacleadas en el área son penal aquí y en la China. Preciado, fiel a
su costumbre de dar alegrías a Nacional, pateó con eficiencia y la pelota
adentro. Gol. Y punto.
Son tres puntos que nos ponen en la pelea,
tanto en la actual etapa como en la acumulada. Ya somos quintos. Ganamos al
Quito (nuestro próximo partido) y podemos estar hasta cuartos o terceros. Así
se va labrando el camino a la gloria. Partido a partido. Paso a paso. Nada de
corrida de caballo y parada de burro. A un equipo como El Nacional esas
descripciones no le van. Se trata de hacer un proceso caminando a cosas más
grandes.
Se trata de que El Nacional es el único
bitricampeón ecuatoriano. Se trata de que somos “la gloria del fútbol”. Se
trata de que somos el verdadero papá de Ecuador. Nada de motes sin sentido. Las
estadísticas nos avalan. Y ayer, como esperamos que ocurra siempre, ese mote de
papá cumplió.
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