El título
de la nota es pretencioso. ¿Qué es ser hincha de verdad? ¿Qué es amar a un
equipo? Pienso en lo que tantas veces se dice de que el amor por un equipo de
fútbol es eterno. Más largo y duradero que el de una novia, esposa, amigos,
familia y etc. Sin embargo, como en toda historia que se respete, hay un pero.
Si somos
una hinchada fiel. Si decimos que nunca abandonamos al equipo. Si presumimos
que somos los hinchas que están en las buenas y malas, ¿por qué las bajas
asistencias en los últimos partidos?
Se puede
entender estar molestos, resentidos a raíz de los resultados de los partidos
ante Independiente y Universidad Católica. ¿Pero no somos los primeros en
recordar que hay que apoyar siempre al rojo? Somos los primeros en decir que no
somos noveleros, a diferencia de otras hinchadas que van al estadio solo en los
partidos “importantes” ante rivales tradicionales.
Como
alguien que vivió toda su vida en Guayaquil y por ende no podía asistir al
estadio con frecuencia, me daba envidia pensar que había gente que sí podía ver
al rojo en vivo y en directo. De frente. Que disfrutaba, se enojaba, sufría
cuando el equipo ganaba, perdía o empataba. Ahora que asisto con más frecuencia
al estadio, puedo decir que aunque El Nacional pierda, disfruto el momento de
estar ahí.
Ver esas
camisetas rojas corriendo, saltando, peleando, fallando goles, anotando otros,
es una sensación única. Les confieso, yo voy al estadio a ver a mí equipo. No
voy a ver a Barcelona, ni a Liga, ni a River, ni al Deportivo Cuenca, ni al Mushuc
Runa. Voy a ver a El Nacional. El resto no me importa.
Y he salido
molesto del estadio. He estado a punto de gritar un par de veces contra los
muchachos. He querido, ¿por qué no? agarrar a uno y darle de coscorrones en la
cabeza por fallar el gol o haber permitido un gol.
Pero nada
de estas circunstancias me deja de animar a regresar de nuevo, cada domingo, a
ver al equipo de mis amores. Es de esos amores masoquistas en que si no sufres,
no hay gozo. Me repito como oración a la Virgen del Quinche, cada domingo, cada
partido, el fútbol da revanchas.
No pretendo
dar una clase de ser “hincha de corazón”. Pero sí de que vale la pena
reflexionar, pensar un poquito sobre lo que decimos y lo que hacemos. El
Nacional está pasando una situación económica difícil. Apenas estamos volviendo
a surgir. Y para salir del bache se necesita dinero. Plata. Cushqui. Los billos
caracas boys, como decimos en la costa.
Una buena
parte de esos fondos viene de las taquillas. No solo en concepto de las
entradas, además en que la presencia de la hinchada mejora la capacidad de
negociación frente a potenciales auspiciantes, nos da derecho a pedir mejores
pagos por derechos de televisión que podrían venir en un futuro.
El hincha
es la sangre de un club. Sin hinchas un equipo no representa la gloria ni la
grandeza de la que El Nacional puede hacer alarde sin ninguna pena. ¿Quiénes
son los únicos bitricampeones? ¿Quiénes tienen las 13 coronas? ¿Quiénes son los
únicos 100% ecuatorianos?
La
respuesta es simple: El Nacional.
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